Presencias-reales-(Fangacio)


Ensayo. En el cuento Pierre Menard, autor del Quijote, Borges elabora una original teorización del escritor como un mero recreador de sus lecturas. Menard es un escritor que (re)escribe el Quijote y, al hacerlo, está también leyendo de una manera crítica la obra cervantina. El resultado es que todos los escritores, al crear cada una de sus obras, en realidad están leyendo críticamente la tradición de la que son herederos. Menard es crítico y autor a la vez.

De la misma manera se puede entender Presencias reales del crítico George Steiner, aunque él va más allá de Borges al realizar un diagnóstico sobre la vacuidad de buena parte del discurso hermenéutico y del periodismo cultural. En este célebre ensayo, Steiner inicia su discurso con una utopía: ¿qué sucedería en un mundo donde las reseñas y las críticas que analizan, a su vez, otras críticas (y así sucesivamente) desaparecieran? La respuesta es rotunda: la crítica seguiría existiendo. Porque, al igual que Pierre Menard, la producción artística es en sí misma una crítica literaria de su tradición. El Ulises de Joyce es una lectura crítica de la Odisea de Homero, así como los cuadros de Picasso son una nueva elaboración (o interpretación) de los de Goya y Velásquez. Para Steiner, en la actualidad «abunda lo secundario y lo parasitario».

De modo que, ante esa gran cantidad de interpretaciones, que nacen en la formación de la sensibilidad moderna con Mallarmé y Rimbaud, evolucionan con teorías que tratan de explicar la creación y perecen ante la efímera publicación periodística, la crítica no puede asir algo inmanente al arte, prescinde de aquella presencia real que le otorga trascendencia y contra la cual, históricamente, se ha enfrentado: Dios. Steiner señala que Presencias reales «plantea que cualquier comprensión coherente de lo que es el lenguaje y de cómo actúa, que cualquier explicación coherente de la capacidad del habla humana para comunicar significado y sentimiento está, en última instancia, garantizada por el supuesto de la presencia de Dios».

Presencias reales sigue siendo, hasta hoy, un ensayo muy polémico, pues cuestiona teorías entronizadas en el ámbito académico y contraría buena parte de la crítica occidental. Como señaló Vargas Llosa en una columna dedicada al libro, «fue concebido como un libro transgresor y heterodoxo, para desafiar las ideas establecidas sobre la creación artística, y se ha vuelto un best seller, unánimemente celebrado en el mundo occidental». Por Marco Zanelli


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