revistabuensalvaje
Posted on enero 22, 2014

Relato autobiográfico. En el inicio de este libro, el fin: un padre en una cama de hospital mirando por una ventana y un hijo que descubre, desde la puerta del salón lleno de enfermos, que su papá se va a morir. Héctor Libertella, un escritor conocido por su hermetismo literario, ha pasado los últimos años de su vida encerrado en un departamento para escribir sus obras completas. Su hijo, Mauro, un periodista de veintitrés años, ha pasado ese tiempo en la sombra del célebre escritor que es su padre, pero que también es un hombre alcohólico y alguien que ha decidido morirse de a pocos. Ahora, en medio de decenas de camas, no es el alcohol el que lo hunde, sino un cáncer que confirma lo que, en secreto, padre e hijo ya sabían: después de varios años de ensayar la muerte, Héctor se moriría de verdad.
Publicar tu primer libro y que trate de la muerte de tu padre no solo es inusual, es también un riesgo y una apuesta literaria. Pero en el caso de Libertella quizá sea más que eso. Al ser hijo de escritores (su madre es la poeta Tamara Kamenszain), el autor estuvo expuesto desde siempre a la escritura. Por años, sin embargo, se dedicó solo a publicar notas periodísticas en algunos medios. La imponente figura del padre lo inducía a la literatura, pero también lo alejaba. Poco después de su muerte, Mauro Libertella escribió su primer cuento. Trataba de hospitales y enfermos. Esta es la historia de alguien que decide escribir sobre su padre escritor para convertirse él mismo en uno. Es lo opuesto al parricidio literario, pero con un mismo fin: un homenaje al padre para superarlo.
Mauro Libertella ejerce en este libro un modo de indagar en la muerte, pero también –y acaso por esto– una manera de buscarse a sí mismo. Durante los días del cáncer, vivió obsesionado imaginando al padre cuando este tenía su edad. «A los veintitrés años él tuvo su primera novela y yo tuve su muerte», dice en su primer libro. Explorar la vida del padre es una forma de reconocerse en el mundo. Y el autor indaga hasta el punto de encontrar, hacia el final, su propio rostro. Ahora Libertella es él. Un apellido que nunca sintió que le pertenecía, pero que hoy empieza a ser suyo. Como tantos otros en la literatura del duelo, Mauro Libertella escribe este libro para salvarse. Por Juan Francisco Ugarte.
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