revistabuensalvaje
Posted on octubre 7, 2013
Para olvidarme de tu cara
cierro los ojos, respiro
lentamente, imagino
tus tetas fláccidas,
tu carne rancia,
y seco un latigazo de ron.
2
Para olvidarme de tu cama
lleno la mía de cojines
y almohadas de plumas
que se turnan
para ahorcarme
cuando se van las putas.
3
Para olvidarme de tu risa
viajo por el mundo
en busca del canto más fétido,
del aire más negro,
del vino más sórdido,
del gesto más agrio.
4
Para olvidarme de ti
escribo estos huesos
y ahora estamos juntos
para siempre
en esta página,
en un oído ajeno.
Desayuno
Tan temprano que está oscuro.
El silencio reza.
El café brota.El sol espera
ansioso a la musa,
y ella está con otro pata.
Basura pura
invade mi cabeza;
afuera un hombre trota,
un gato lo vigila desde un muro,
el panadero pasa,
el triciclo salta en una vereda rota,
luego un tipo de boleto—duro—
camina sobre hielo y brasa,
piensa en una chela, un tiro y una teta.
Tomo un sorbo largo de cianuro
y, por un instante, miro la mesa:
restos de comida, tazas, platos, y una nota:
Gracias por el desayuno,
hermano,
El Duro que reza y trota.
El Panadero cabeza de gato.
Muñeco de brea
Yorch vive en Chorrillos, en una cueva
de cartón, botellas, papel y madera,
debajo del muelle, cubierto de moho,
rodeado de sal y conchas muertas.
Todas las noches, el vaho
de sus conjuros vuela,
se enrosca en los pilares oxidados,
y en las trampas de cangrejos.
Sus pócimas son de tabaco y queso,
y despiden humo gris
y amargo, espuma amarillenta
y pestilente, olor a pescuezo,
vapor estelar, azufre del infierno.
El alquimista Yorch es un residuo
de hombre: cojo, manco, tuerto,
solo; muy solo—demasiado.
Yorch tiene cinco hermanos y seis hermanas.
Un par lo visitan, otros hacen como que no existe—
¿para qué ponerse triste
por un muñeco de brea y tanas?
Retórica
¡Por qué escribes calato!
gruñó Carlota.