Hacer una revista de literatura es un desafío. ¿Cómo no serlo en un país con uno de los índices más bajos de comprensión lectora del planeta? Todos sabemos de qué estamos hablando. Lo oímos. Lo repetimos. «En el Perú nadie lee». «Los libros son muy caros». «No hay librerías». «Aquí no hay buenos autores». «La literatura no evoluciona como los multimedios».Pero se trata de medias verdades, de pretextos más que de sentencias. Lo cierto es que el Perú es sinónimo de escritores, poetas y pensadores sustanciales para las letras latinoamericanas. Y también es cierto que todo lo relacionado con los libros (creación y edición literaria, organización de ferias, número de lectores y de bibliotecas) ha crecido. Lento pero seguro.Por eso, dejamos las justificaciones de lado: vamos a hacer una buena revista de literatura. Con voz propia. De libros y de arte, de escritores y de artistas. De ideas. Una publicación para ver, pero sobre todo para leer. Y releer. Para guardar y regalar. Muchas palabras sentidas y con sentido. No ruido.
No ruido.
Hablamos de la mejor publicación periódica que podamos lograr con un presupuesto bajísimo. La que siempre quisimos en el micro, en la cama, en el baño, en la playa, en el parque. Una que nos diga cosas que también queremos saber, que apueste por algo más que lo inmediato, lo chato, lo poco o mal entendido. Una que estimule el debate sobre lo que sucede con las letras en nuestro país y el mundo. Que nos ponga en contacto con Latinoamérica, con nuestros vecinos, nuestra lengua. Que active a todos los actores alrededor del libro: escritores, editores, distribuidores, libreros y, sobre todo, lectores. Sí, principalmente lectores. Porque esta es una revista libre —como debería ser la cultura y su acceso a ella— que va a llegar a la mayor cantidad de gente posible, superando todos los prejuicios, todos los temores agoreros.
Ponemos la valla tan alta porque, cuando la realidad se muestra precaria, apostar y trabajar por los sueños es lo más sensato. Y así lo soñamos. Lo pensamos. Lo queremos: ¿Por qué llegar solo a unos pocos, a una élite? ¿Por qué no superar a casi todas las revistas locales y tirar, para empezar, diez mil ejemplares? ¿Por qué no demostrar que se puede ser popular sin circo ni frivolidad? ¿Por qué no, si sabemos que no hay nada más revolucionario que la literatura?
Buensalvaje es literatura. Y es, por mucho, un experimento, un revés para los escépticos: se trata de una revista de sus lectores, quienes alimentan una cadena de valor. Gracias a esta, quienes se suscriban anualmente a la revista (a un precio casi simbólico) podrán no solo recibirla en su casa (más una serie de beneficios), sino permitir que esta llegue a todo ese público que está interesado pero que simplemente no puede costearla.
De esta manera, adquirir la revista no implicará comprarla, pero sí apoyar su permanencia. Estamos seguros de que existen los suficientes lectores para sostener el proyecto.
Pero en el desarrollo de Buensalvaje no hay quimeras. Sus creadores contamos con experiencia: trabajamos en una empresa que desarrolla productos editoriales de primer nivel. A eso nos dedicamos. Pero la idea de sacar adelante una publicación que leamos por placer no nos dejaba tranquilos, así que nos abocamos a ello. A crear un tabloide de 32 páginas con narrativa, pensamiento, ensayo. Fondo y forma. Noticia, tendencia, divulgación. Ficción y no ficción. Opinión, debate y propuesta. Relatos, poesía, crónica. Reseñas y críticas. Artes plásticas y visuales, cine, teatro y música. Entrevistas y contenido inédito, tribuna para los que inventan, para los que se adelantan. Lecturas no solo para intelectuales, sino para todos, pensantes de a pie. Eso es Buensalvaje.
Porque amamos los libros en cualquier formato y creemos que leer nos hace más libres, nuestro anhelo es ganar más lectores para el Perú. Buensalvaje estará en la calle cada dos meses. Sí o sí.